06 marzo 2010

Crónica de primavera en el Aspe

Los topos se han puesto a la faena. Los pequeños cráteres en la pradera crecen sin cesar, se les ve crecer!.

La senda escondida invita al paseo.

Desvestidos del manto de nieve, los musgos toman el sol desnudos sobre las rocas.

La competencia por la luz alarga los fustes de las hayas, pronto estará todo verde y sombrío.


Las últimas hojas del hayedo se encienden como brasas frías con la luz destellante de un hermoso día de primavera.  Y en otoño se convertirá en un caleidoscopio de oro, sangre y tierra. Y en invierno la nieve borrará el color... y vuelta a empezar!

He bajado con el Aspe hasta el piedemonte de Oloron. Allí, en la orilla escarpada, en plena ciudad, la vida se manifiesta en todo su esplendor escapando por las yemas de los sauces y los rosales.



Los sauces despiertan temprano

Sinfonía de luz y vida

Vida y muerte en un rosal

Festival de primavera en las riberas del Aspe

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