La laurisilva, el bosque de las nubes
Cardones y tabaibos, amigos del sol y resistentes a la sed
Anaga, el hijo de la nube y el volcán
El macizo de Anaga forma una península al noreste de Tenerife. El edificio geológico que alcanza los 1.000 m de altitud esta formado por basaltos y cenizas volcánicas apiladas. La erosión de las aguas ha modelado un relieve abrupto de barrancos y acantilados. La carretera asciende serpenteante desde el nivel del mar y recorre las cumbres ofreciendo un paisaje maravilloso.
Sobre los acantilados viven dragos, sabinas y acebuches. En las partes bajas donde llueve muy poco, los cardones y los tabaibos, especies adaptadas a las difíciles condiciones del medio, cubren parcialmente las laderas. Es un paisaje muy original pues muchas especies son endémicas, es decir sólo se encuentran es este lugar.
Poco a poco, a medida que ascendemos, el paisaje se trona más verde, y aparecen sabinas y más arriba el fayal-brezal. En las partes altas mandan las nubes. Los vientos alisios chican con la montaña y al ascender forman nubes que se desacen a sotavento. Es una especie de boina blanca que moja y envuelve la laurisilva.
La laurisilva es el bosque de las nieblas, un bosque que ocupó las regiones mediterráneas hasta el inicio de las glaciaciones y que se perdió, salvo en estos enclaves canarios. En el reino vegetal, la laurisilva representa algo semejante a lo que sería encontrarnos un lugar donde los dinosaurios permanecen vivos.
Anaga es una manifestación de la riqueza paisajística de España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario