23 enero 2011

Nuevos usos en las riberas del Ebro.

Hace unos años las riberas del Ebro en Zaragoza servían para esconderse. Se cagaba junto a los vestigios del Puente de Tablas, se traficaba con drogas bajo el Puete de Hierro, se tiraban los sillones viejos y las televisiones por el muro de Echegaray, algún chaval se prostituía en un colchón alojado en un aliviadero de pluviales, los restos del botellón (vomitonas, carro de super y botellas rotas) se encontraban bajo los puentes de Santiago o la Almozara, y no faltaban los que se masturbaban en el espacio público a la sombra de las torres del Pilar. La suciedad y la inseguridad campaban en las riberas apenas accesibles.

El sendero acompaña al río, los sauces crecen sobre la escollera y naturalizan el paisaje en la orilla derecha del Meandro de Ranillas (Camino de la Almozara)

El ejercicio físico mantiene la salud y el buen tipo.

Los árboles apenas filtran la luz del sol en invierno pero en verano formarán un tunel verde y fresco.

Los viejos álamos lucen sus grandes dimensiones y sus troncos gruesos y retorcidos.

Las riberas del Ebro están vividas por gente de toda edad y condición.

Presento hoy algunas fotos tomadas ayer en una mañana de cierzo helador en la que se asomó el sol. Antes en este lugar solo había una mota construida con escombros que invadía el cauce. Sobre ella se construyó esta eficaz defensa frente a las inundaciones, se recalibró el cauce y se creó un parque lineal muy usado por ciclistas, patinadores y paseantes. Los espacios públicos de calidad, accesibles, aptos para satisfacer las necesidades y deseos de numerosos usuarios son una fuente de salud y bienestar para todos los habitantes de Zaragoza.
Estas realidades se consiguen con estrategias bien concebidas, con proyectos bien pensados y ejecutados, con un mantenimiento cuidadoso y un buen uso ciudadano. En Zaragoza se ha hecho así. Esta es la realidad tangible. Venga y disfrute de este nuevo paisaje de la ciudad.

Hace un frío que pela pero luce el sol en el Parque del Agua.

De camino, miro desde la margen derecha el soto natural conservado en el Parque del Agua. En los álamos blanqueados duermen los cormoranes. Las garzas pescan en la orilla al abrigo del cierzo.

Al fondo el soto natural de la orilla recortado por la mota dedefensa. A su abrigo corre un grupo de ciclistas. El paisaje abierto y calmado invita a la contemplacióny relaja el ánimo.

Sobre el telón de fondo de los sotos se dibujan las torres del parque de aventura donde mejor disipan los excedentes de energía los sobrinos. Las láminas de agua y los juncos son la casa de los cisnes.

Una tarea familiar: dar de comer a los patos y cisnes.

Paisaje de palmeras encuadran a la Torre del Agua.

Los bambues ponen el acento vertical en el paisaje.

El tiempo no acompaña para el disfrute de las barcas aunque el establecimimento que las atiende permanece abierto durante los fines de semana. "Hay que dar buen servicio" me dicen mientras me sirven un cortado calentíto.

Cuando haga menos frío conquistaré aquel castillo con los sobrinos.

22 enero 2011

Grandes eventos y ciudad.

En nuestra ciudad, a base de repetir tópicos y falsedades, se está creando la idea de que los grandes eventos son un artículo proclive al despilfarro y que no sirven para mejorar las condiciones de la vida cotidiana de los ciudadanos. Hoy, por ejemplo, el Sumo Pontífice de los cenizos y amargados, interpretando a su manera la revelación del Tribunal de Cuentas, ha afirmado: "El arreglo de las riberas, la finalización de los cinturones, la puesta en uso de Ranillas y el Parque Luis Buñuel podían habernos salido por quinientos o seiscientos millones, que ya está bien", dando a entender que el resto de la inversión hasta dos mil millones es fruto de una mala gestión.
¡Qué impúdica manifestación de ignorancia! Lo suelta y se queda tan ancho, como si fuera un axioma incuestionable, cuando se trata de una afirmación que no resiste el mínimo análisis. Véanse los diferentes informes de la CESA, de Fundear o del propio Tribunal de Cuentas... ¡Algo más de seriedad y conocimiento, por favor!.
Con tan 'riguroso' argumento concluye: "Las expos y demás eventos no son la mejor forma de hacer ciudad y además salen carísimos". Amén.
Y se queda tan ancho!
La historia de Barcelona, Lisboa, Munich, Bonn, La Haya, Rostoc, Londres, Boston, Paris, Filadelfia, Bruselas... demuestra todo lo contrario. Desde hace dos años Zaragoza se ha sumado a esta larga lista de ciudades que aprovechan los eventos internacionales como oportunidades para recuperar tiempos perdidos y realizar intervenciones estructurantes en la ciudad que no solo atienden a las necesidades del día a día sino también a las de siglo a siglo.
Otra cosa es que se acerquen las elecciones y se abra la veda para la descalificaciín, las medias verdades, el insulto y la calumnia.

10 enero 2011

La huerta como paisaje cultural. Definición.

Con frecuencia se habla de la huerta sin demasiada precisión. Hoy queremos precisar un poco el concepto para así saber bien qué es lo que queremos y podemos hacer con nuestras huertas. Como punto de partida consideramos la huerta como un elemento patrimonial tanto natural como cultural.

Los rasgos más significativos de este agrosistema a las puertas de la ciudad y profundamente vinculado a ella, combinan la tierra llana y fértil, la fuerte insolación, las acequias, la rigurosa parcelación y el trabajo primoroso para formar un paisaje profundamente vivido. Una fusión de naturaleza y cultura que eleva este paisaje a las más altas cotas de la civilización mediterránea. Este lugar donde la diversidad ecológica se mezcla con valores estéticos y simbólicos del sustrato arcaico mediterráneo, constituye un patrimonio cultural, fuente de salud y bienestar social, que debe ser administrado como un recurso único e imposible de recrear.
El paisaje de la huerta es característico del arco mediterraneo que se extiende desde Sicilia a Andalucía, incluyendo Italia y el Sureste de Francia. En España destacan la Huerta de Valencia, el Delta del Llobregat en Barcelona y la Vega Baja del Segura en Murcia en Levante, y la Vega de Granada, la Campiña del Córdoba y las Riberas del Ebro en Logroño, Tudela de Navarra y Zaragoza  en el interior peninsular.
En cualquier caso, la Huerta se identifica como:
- un espacio plano y abierto en el que la geomorfología determina la topografía, los flujos hídricos y la distribución de los suelos. La organización del territorio guarda estrechas relaciones con la disposición de las terrazas, abanicos aluviales y glacis que ocupan el fondo de los valles y las llanuras costeras.
-un espacio regado por canales y acequias que parten de presas o azudes instaladas en ríos por lo general modestos que no precisaron de grandes obras de ingeniería hidráulica. La red de distribución de agua, junto con la complementaria red de drenaje, influyen fuertemente en la estructura del parcelario. Su explotación está sometida a una reglamentación jurídica muy precisa, tradicionalmente aceptada y respetada. Le Tribunal de las Aguas de Valence es sin duda un exponente magnífico de las instituciones que desde hace muchos siglos se ocupan de la gestión del agua.

-un espacio consagrado al cultivo intensivo de hortalizas y algunos árboles aislado en una estructura de minifundio. consacré à la culture intensive des légumes complantée d'arbes isolés dans une structure de minifundio. Donde el clima es dulce y el trabajo constante se pueden sacar varias cosechas al año.  En el sistema tradicional, la diversidad y complementariedad de los productos es muy elevada. La biodiversidad del agrosistema se incrementa con las comunidades vegetales y animales que encuentran cobijo en los canales y acequias de riego que en el paisaje tradicional cumplen la función de corredores biológicos.
-un espacio salpicado de construcciones dispersas (bastides, masías, alquerías, molinos, torres, casetas, barracas,...) y caseríos rurales.
-un espacio a las puertas de la ciudad. La huerta tradicional es un producto urbano, no se explica sin la ciudad con la que mantiene intensas relaciones recíprocas. Y aquí reside una de sus mayores amenazas de la Huerta, la proximidad frente al incontenido proceso de expansión urbana.
En la huerta se desarrollan procesos físicos, biológicos y culturales debidos al dinamismo espontáneo de las fuerzas de la naturaleza y, especialmente, a la importante intervención del ser humano.
Es una interfase física en la que entran en juego la atmósfera con los procesos característicos del clima mediterráneo, la litosfera y los procesos geomorfológicos presentes en las llanuras aluviales, la hidrosfera y los procesos hidrológicos asociados, la biosfera en condiciones de alta productividad y la dimensión física de la antroposfera, manifiesta en la antigua e intensa acción humana sobre este espacio. Es también una interfase cultural con procesos económicos y sociales muy compejos y diversos entre los habitantes del campo y de la ciudad que representan saberes, formas de lenguaje y costumbres diferentes. Y es una interfase entre los subsistemas natural y cultural que ha dejado una profunda y rica huella en el paisaje.
Muchas veces, los procesos de crecimiento urbano obedecen de forma desequilibrada a factores económicos que imponen su lógica sectorial a la propia ciudad y a su entorno de huertas. La simplificación de la interfase ciudad-huerta, introducida por la dictadura del sistema urbano altamente productivo sobre la huerta debilitada por el poder de los mercados agrícolas exteriores, conduce a la debilidad e inviabilidad económica del sistema huerta.
Para determinar la realidad compleja de la interfase huerta-ciudad e intervenir en ella de modo sostenible es necesario renovar el marco de reflexión teórica sobre el territorio. Se requieren mecanismos de pensamiento sistémico, mucho más complejos que los 'eficaces' y breves caminos lógico-causales que apenas contemplan más variables que las económicas y responden a objetivos predeterminados egocéntricos o antropocéntricos.
La huerta cobra enteramente su valor cuando se contemplan sus múltiples funciones ecológicas y culturales de modo integral. La dimensión económica, a pesar de su incuestionable importancia, no debe distorsionar la percepción de su realidad compleja ni prevalecer sobre conceptos fundamentales como la salud y el bienestar social a la hora de buscar soluciones a sus problemas.
El resultado de los largos procesos historicos sobre la huerta es algo más que unos terrenos productivos, es ante todo un paisaje cultural. A la historia documentada en los libros y archivos, hay que añadir la historia escrita en el paisaje: en el parcelario agrícola, en la red de caminos, sendas y acequias, en la constelación de núcleos de población, en el habla,... Esta historia está reservada a quien sepa leer el paisaje y sentarse a escuchar a los agricultores de la huerta. Un paisaje milenario en el que han dejado su impronta diferentes pueblos y culturas con sus formas propias de organización social y de poder, su capacidad tecnológica, sus cultivos, su arquitectura y sus lenguas diferentes.