15 noviembre 2011



Vivo apasionadamente enamorado de mi ciudad, no me canso de mirarla, me seduce con todas las luces, sus gentes, sus artistas... y me duele en el alma cuando malcuida su patrimonio y se ensucia con desechos del botellón o con los subproductos derivados del metabolismo cultural: la envidia, el victimismo,  el oportunismo, el conservadurismo rancio de las derechas y las izquierdas... La quiero verde, la quiero azul, la quiero roja... La quiero al amanecer cuando vamos a trabajar, la quiero con las últimas luces cuando el sol va a dormir tras el Moncayo.




Parques comestibles

Las crisis y carencias económicas son motores de ingenio, nos ayudan a repensar y a actuar de manera más inteligente. Hace unos años descubrimos que la ciudad daba la espalda al río y de dimos la vuelta. Hoy las riberas del Ebro son el mejor espejo donde se refleja la calidad ambiental, la buena gestión municipal y el civismo de los habitantes de Zaragoza.
En esta fase de vacas flacas es muy difícil acometer grandes proyectos con inversiones millonarias pero eso no quiere decir que debamos permanecer hivernantes a la espera de tiempos mejores. Hoy podemos afrontar nuevos desafíos que mejoren las condiciones de vida de la ciudad y adelgacen los gastos municipales desarrollando grandes proyectos de bajo coste económico.
Hemos comprobado cómo la ciudad da la espalda al campo creando una orla de solares y parcelas abandonadas donde se suma lo peor de la ciudad y lo peor del campo. Esta banda degradada va a ser nuestro espacio de intervención para que la ciudad incorpore los potenciales valores ambientales y culturales que atesora en estos vacíos urbanos.
Así nos proponemos ahora incorporar la vida rural al medio urbano. La agricultura urbana es un fenómeno en auge en numerosas ciudades de Estados Unidos, Europa y, por supuesto, España. Por ejemplo, la ciudad estadounidense de Denver cambia las flores de los espacios públicos por el cultivo de verduras, que luego recolecta y dona a los sin techo y en el barrio neoyorquino de Brooklyn los vecinos que empiezan a cultivar en las azoteas de edificios. Los alcaldes han descubierto un buen proyecto que además les permite ahorrar dinero. En España, ciudades como Vitoria incorporan los huertos urbanos a su cinturón verde formando un conjunto integrado con parques y espacios naturales.
El proyecto Zaragoza Verde y Azul trabaja precisamente en la creación de nuevos espacios verdes para la ciudad apoyándose en las excepcionales condiciones disponibilidad de suelo, de agua, de sol y de conocimiento del mundo agrícola. Ya no se trata de incrementar la superficie verde con nuevos parques –de los que estamos bien dotados- sino de incorporar huertos urbanos en los espacios calificados como Espacio Verde o zona de protección de la huerta en el PGOU.
Los huertos urbanos, flexiblemente regulados por normas precisas, además de los bien conocidos beneficios ecológicos de las masas vegetales, procuran un paisaje de calidad que funde naturaleza y cultura, alimentos sanos y de temporada, ejercicio y ocio saludables...
Los huertos urbanos de Zaragoza sobre suelo público se sumarán a la red de espacios verdes de la ciudad incorporando valores como la agricultura ecológica, la cohesión social y la estética del paisaje.