15 noviembre 2011



Vivo apasionadamente enamorado de mi ciudad, no me canso de mirarla, me seduce con todas las luces, sus gentes, sus artistas... y me duele en el alma cuando malcuida su patrimonio y se ensucia con desechos del botellón o con los subproductos derivados del metabolismo cultural: la envidia, el victimismo,  el oportunismo, el conservadurismo rancio de las derechas y las izquierdas... La quiero verde, la quiero azul, la quiero roja... La quiero al amanecer cuando vamos a trabajar, la quiero con las últimas luces cuando el sol va a dormir tras el Moncayo.




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