Somos pueblo y nos convierten en público. Buena parte de los medios de comunicación para subsistir como negocio se están transformando en armas de cretinización masiva alimentando el morbo con programas estúpidos, debates viscerales y modelos de conducta primitivos y violentos. El éxito de estos desechos del metabolismo analfabeto impregna ya el debate político, el debate ciudadano, nuestra relación con el vecino... Como resultado obtenemos el Totalitarismo de la indiferencia, un peligroso virus que ataca los principios democráticos.
La ciudad, como célula política de convivencia, es el escenario de esta crisis que va más allá de la crisis económica. Es una crisis de los valores democráticos que amenaza la dignidad humana. Urge reforzar la educación, la cohesión social, el desarrollo personal, la libertad, la democracia. El punto de partida es la paz. Hemos de comprender la ciudad como pedagogía en la que todos los ciudadanos somos agentes educadores.
Esta mañana la dedico a trabajar este tema en el Seminario por la Paz.
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