En esta tierra del cierzo, frío y desecante, soplan vientos que quieren borrar la memoria más inmediata y evidente. Pretenden hacer desaparecer los indudables beneficios que la Expo 2008 ha dejado en Zaragoza. Políticos e independientes recitan cada mañana la letanía de la crisis, los agravios comparativos, la polvora del rey que se acaba, las grandes farfollas, los fuegos de artificio,el bolsillo del contribuyente, los nabos,... todo con tal de no reconocer y enmascarar la profunda transformación de esta ciudad. O simplemente porque viven cómodamente de los residuos del metabolismo de la ciudad.
No conseguirán helarnos la ilusión necesaria para emprender nuevos desafíos que ciertamente requerirán nuevas estrategias, en otros tiempos y con menos recursos.Veamos el antes y después.
Muro del ACTUR y mota de defensa de Ranillas.
El mismo lugar convertido en gradas desde donde se contempla uno de los mejores paisajes de la ciudad.
29 noviembre 2010
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