La primavera duerme y el agua le canta su eterna melodía.
Aprovechando la Cincomarzada he subido al Valle del Aragón. La primavera duerme todavía, pero el agua está cantarina, fluye por todas partes. Los narcisos aguardan bajo el suelo al abrigo del manto de nieve. Parece que todo está quieto pero la vida late en el bosque. Las orquídeas esperan el calor y la luz que despierte sus pares enterrados y florecerán para seducir, como cada primavera. Las yemas se hinchan en los sauces anunciando que este año, como siempre, eclosionará la vida al ritmo cósmico del sol. Apenas oigo algo más que la eterna melodía del agua y el zumbido sordo del viento molesto. La certeza de que la primavera volverá fiel a su cita y el anuncio inflamado de las puntas de las ramas me llenan de fuerza mientras las contemplo casi helado en la sombra prematura de esta tarde en el Valle del Aragón.
Volverá la fiel primavera y cubrirá de color el bitono invernal
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