La conversación en la calle, un placer de Zaragoza.
La ciudad debe poseer la variedad y los modelos humanos necesarios para mantener la herencia de un modelo de organización y proporcionar abundante tiempo disponible, mucho tiempo libre no utilizado en consumos materialistas, disponible para la conversación, la pasión sexual, la reflexión intelectual y el gozo estético. La ciudad es la institución pública que posibilita estas funciones y no “una empresa comercial privada encaminada a garantizar un mayor flujo de terreno y un continuo aumento del valor del terreno (...) con la inexorable destrucción de los elementos naturales” y la creación del “desierto pavimentado”.
Un desafío que hunde sus raíces en lo mejor de nuestras tradiciones.
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