02 febrero 2010

2. El paisaje: la caída del burro.

Jueves 23 de noviembre de 1975. El autobús espera para salir de excursión con los alumnos de segundo de Geografía e Historia al pie de la escalinata de la Facultad de Filosofía y Letras. Yo estoy allí porque quiero estudiar Historia del Arte y no me queda otro remedio que estudiar Geografía de España.

Dirige la excursión una profesora, Mª Jesús Ibáñez, muy seria y profesional. Nada más entrar en el autobús le ofrezco la bota de vino en un claro desafío. La tuteo:

-Toma, ¿quieres?

-¿De dónde es el vino? –me responde con calma-

-De Borja

-Qué bien, me gusta!. Pero es un poco pronto para tomarlo solo, ¿llevas algo de almuerzo?

-Sí, tortilla de patata. La hago yo, está muy buena.

-Trae!

La buena María Jesús tiene buen apetito y come un buen trozo. Luego prueba el vino.

-Humh! Muy bueno.

(Antes de arrancar, uno a cero a favor de la profesora)

Arranca el autobús y tomamos la carretera de Huesca, luego hacia Ayerbe. Los Mallos de Riglos me impresionan pero no entiendo muy bien lo de los pliegues y mantos de las sierras exteriores y su relación con tan impresionantes puros.

Nueva parada en Bailo. La profesora dibuja a la perfección el perfil de San Juan de la Peña. Sigo muy atento la explicación.

-¿Ves, Pellicer?

-Si, el perfil está clavado!

-Mira….

La profesora dibuja ahora detalles menores de la montaña. Los pequeños trazos dibujan un arco. ¡lo veo, lo veo!.

-¿qué es esto, Pellicer?

-¿Un…, un sinclinal colgado?

-¡Eso es!

-Uauhhh!!!!!!!!

Descubrí que había una razón en el paisaje. Es más, que yo era capaz de descubrirla.

Comimos en la estación de Canfranc, hacía mucho frío y llovía. La profesora y yo compartimos la comida. Me hacía un lío con el tú y el usted. Entonces no era frecuente tutear a los profesores.

De regreso y en medio de la ventisca, unos pocos acompañamos a Mª Jesús a ver las morrenas de Castiello en la trinchera del ferrocarril.

Se hizo de noche y el autobús rodaba lentamente por el puerto de Sta Bárbara. Yo iba de un excelente humor. Cantamos y reímos hasta Zaragoza.
                                                                                         
Un personaje de Tarso, perseguidor de cristianos, se cayó un día del caballo y se convirtió en San Pablo. Yo, modestamente, me caí aquel día del burro… dejé de sufrir con el estudio y empecé a disfrutar del descubrimiento. Decidí dedicarme a descubrir los secretos de los paisajes leyendo en la epidermis de la Tierra. Comencé a estudiar apasionadamente, mis notas mejoraron sensiblemente.

Mª Jesús Ibáñez dirigió mi tesis doctoral sobre geomorfología del Moncayo.

Hace unos días conté esta historia a Irene, dibujando en un cartón el sinclinal colgado de San Juan de la Peña.



Bajo la apariencia caprichosa del paisaje se esconden, en secreto para quien no sabe mirar, las razones de su fisonomía, estructura y dinamismo.

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