Los rápidos cambios sociales y económicos se manifiestan el la avenida de Ranillas en los primeros años 90
La idea de celebrar Expo Zaragoza 2008 surge como estrategia y oportunidad.
El proyecto surge en una sociedad en transformación, inquieta y crítica, lucha contra el pesimismo ancestral y se reinventa planteándose nuevos desafíos para el nuevo milenio. Los rápidos desarrollos sociales y económicos de Zaragoza en los años 70 y 80 del s. XX determinaron cambios significativos en la demografía, en los modos de vida y en la estructura y funciones urbanas. En una primera fase, Zaragoza duplicó su población con las gentes de su entorno rural.
La entrada en la Unión Europea favoreció un importante crecimiento económico y la llegada de capital estimuló una nueva expansión del parque inmobiliario y fuertes inversiones en infraestructuras, equipamientos y servicios. En los últimos años de la década de los 80, con unos crecimientos demográficos mínimos, la ciudad reorganiza sus actividades relacionadas con los procesos de terciarización, un fuerte desarrollo de equipamientos y servicios, y la articulación de nuevas infraestructuras de comunicación.
A finales de los 90, la ciudad se encontraba inmersa en planes que reorganizaron su sistema de comunicaciones metropolitanas e interurbanas, especialmente con la llegada del AVE y la construcción de los cinturones. Sin incrementos significación de la población, la superficie urbanizada se duplicó. Los ensanches tradicionales asisten al vaciado y envejecimiento de su vecindario mientras acogen los usos terciarios y de servicios acordes con el nuevo rango de ciudad. La barrera del Ebro, degradada en términos ecológicos y sociales, y las grandes cicatrices ferroviarias interrumpen el tejido urbano a la vez que ofrecen oportunidades inéditas. Extensos desarrollos urbanos se proyectan hacia el sur en Valdespartera y Arcosur.
Entretanto, otros nuevos zaragozanos, nacidos esta vez en el extranjero, dan un nuevo impulso a la demografía y abren horizontes culturales inéditos en la ciudad.
Zaragoza mira y se compara con Sevilla y Barcelona, sedes de grandes eventos en el 92, con Bilbao y el Museo Guggenheim, su proyecto emblema, y con Valencia y la Cuidad de las Artes. La ciudad busca argumentos y oportunidades con los que reforzar su atractividad para desempeñar un papel significativo en el cuadrante más dinámico de la península ibérica.
En este contexto, en una sociedad necesitada de referencias que den cuerpo y ritmo a sus necesidades y deseos como ciudad contemporánea, surgen iniciativas que buscan catalizar los cambios. Zaragoza mira al futuro y busca su lugar en un mundo que vive en red, reconoce orgullosa su identidad y asume nuevos desafíos, aprovechando sus condiciones geoestratégicas para transformar lo que fue un lugar de paso en punto de encuentro internacional. Quiere convertir la prosperidad económica en oportunidad para crear nuevos espacios de intercambio y de libertad. En este contexto surgen ideas como la Exposición Internacional Zaragoza 2008 o la plataforma logística Pla-Za, se refuerzan instituciones como la Feria de Zaragoza y se emprenden operaciones integradas mediante concertaciones público-privadas que fructificarán y transformarán la ciudad en la década siguiente.
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