Los proyectos de ciudad requieren la adopción de sistemas de pensamiento globales y complejos.
Muchas disfunciones urbanas tienen su raíz en desajustes en el complejo sistema de interacciones de elementos y factores del medio natural, social, cultural, económico y político.
Para comprender la ciudad es preciso dar un salto cualitativo fundamental: recurrir a las leyes que regulan el caos, conocer la ciudad en sus manifestaciones desordenadas, en sus más escondidas intenciones, en las múltiples superestructuras artificiales.
La dificultad del análisis de la ciudad se acentúa todavía más en la práctica, cuando a los compartimentos estancos del conocimiento y a la lucha gremial se suman la segregación y dispersión de competencias administrativas de los distintos organismos institucionales.
En conclusión, es preciso abrir el estrecho marco de cada profesión a otros planteamientos, aprender a analizar sistemas complejos y de comportamientos caóticos y no solamente relaciones causales. Hay que tomar conciencia de la magnitud y complejidad del fenómeno urbano y romper con el desinterés provocado por la inflacción de mensajes unívocos.
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