10 enero 2010

Incredulorum convictioni et viatorum commodo (3): ZARAGOZA DESDE LA TORRE DEL AGUA


La Torre del Agua emerge en un recinto en obras. 12/02/2008
(Foto: F. Pellicer)


Poco antes de abrir sus puertas la Expo 2008, escribí el texto que reproduzco más abajo. Está escrito con la emoción del momento, con temblor en las piernas, con el corazón acelerado, con el aliento insuficiente tras el esfuerzo. Pero la emoción de momento no empaña la necesaria reflexión sobre el futuro. El reto conseguido exigirá para no desvanecerse en el futuro asumir nuevos esfuerzos y desafíos con inteligencia, dedicación y consenso.
"Lo hemos conseguido. Con el esfuerzo de todos. Las ideas han cristalizado en edificios, y el hormigón y el acero configuran intangibles símbolos. Atrás quedan las dudas y los miedos. Zaragoza ha dejado de ser la desconfiada ciudad de secanos ganaderos que mereció una fuente a su incredulidad.
El monolito transparente y dinámico de la torre recordará por mucho tiempo la generosidad de aquellos políticos que supieron amasar y unir las fuerzas, atraer inversiones, catalizar voluntades, renunciar a posesivas paternidades, reconocer la brillante idea del adversario o sumarse al proyecto común, aun defendiendo otras alternativas. En sus vidrios se pueden mirar los ilusionados ciudadanos que vertieron sus ideas en el crisol de los grupos de trabajo iniciales en tiempos de fuerte incertidumbre. En sus pilares y columnas, luces y colores se ven las huellas anónimas de obreros de todos los gremios. El interior etéreo y las suaves rampas de ascenso hablan del respeto y cariño del equipo de arquitectos e ingenieros hacia los visitantes que desafíen el vértigo y la altura para mirar más alto y más lejos.
Desde lo alto de la torre invade una sensación de orgullo. El sentimiento que nos invade en las altas cumbres. Un legítimo orgullo, pero efímero. El reto conseguido exigirá para no desvanecerse en el futuro asumir nuevos esfuerzos y desafíos con inteligencia, dedicación y consenso. El camino está abierto y las guías de crecimiento establecidas. Hemos demostrado ya que Zaragoza puede hacerlo.
Abajo queda el Ebro. El río continuará dibujando el meandro como diagrama de equilibrio entre caudal, pendiente y carga sedimentaria. Cada cierto tiempo, con incierta periodicidad, besará la Torre dando testimonio de lo que fueron sus dominios. Lejos, al oeste, el sol cada día se acuesta junto al femenino horizonte del Moncayo.Las torres del Pilar miran desde lejos atónitas a su hermana laica, tan limpia, tan noble abriendo las puertas del Tercer Milenio".

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