El jardín productivo, un vínculo con lo mejor de nuestras tradiciones.
Debe estimularse la integración de los espacios urbanos en los paisajes circundantes más naturalizados. Los espacios verdes pueden ser el reflejo de la región específica en la que se encuentran.
Zaragoza se encuentra en el contacto entre un medio húmedo fluvial y un medio estepario, donde las plantas son muy resistentes, aromáticas muchas de ellas y muy hermosas, aunque no coincidan con los modelos estéticos impuestos por una moda absurda que uniformiza todas ciudades. La relación de las plantas y el agua es muy estrecha y permite establecer gradientes desde los ambientes más secos a las plantas acuáticas como puede apreciarse en el Parque del Agua.
Los tomillos y espliegos de la avenida de Ranillas entre el Pabellón de Aragón y la puerta del Ebro perfuman los paseos de ciclistas y peatones que discurren paralelos. Los espacios con gauras y perovskias de los taludes del entorno de Expo incorporan plantas espontáneas y ofrecen un aspecto silvestre y agradable a vez que reducen los costes de mantenimiento.
El césped puede sustituirse con ventaja por la grama bermuda, una variedad mejorada de las gramas espontáneas, que cubre y proteje muy bien el suelo. Durante el invierno tiene un aspecto pardo amarillento que se convierte en verde brillante en primavera. Además es muy austero en sus exigencias hídricas.
Los jardines y los parques pueden ser también reflejo de las huertas del entorno siguiendo la tradición de los jardines productivos. Las coles ornamentales ponen una nota de color y vida en la estación invernal.
Algunos ejemplos de estas prácticas pueden verse en el parque botánico del Parque del Agua.
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