24 enero 2010

Zaragoza, aún más guapa!



Zaragoza aún más guapa!
Me encanta pasear por las calles de mi ciudad y disfrutar de conversaciones fortuitas en cualquiera de sus rincones. Disfruto de las riberas recuperadas, de las bicicletas, de las garzas y cormoranes del río, de la silueta del casco histórico y sus “no solares”, de las tapas, de la silueta de la Expo, de los atardeceres en Ranillas cuando se enciende el Moncayo. Me sorprende cada día la capacidad creativa, especialmente de la gente más joven, en las artes, en la tecnología y en la investigación. Compro un excelente pescado en la calle Italia y verduras y frutas en la calle Tarragoza. Mi panadería favorita está en Escosura y hay unos pasteles muy ricos en Franco y López. En el paseo de Calanda juegan niños de todos los colores. Veinticinco años de mi vida se han desarrollado en el Campus de la plaza de S. Francisco, primero de estudiante y luego como profesor. Allí se agolpan miles de horas de trabajo, cientos de vivencias con compañeros y alumnos, muchísima ilusión y algunos momentos amargos. Otros cinco años transcurrieron el la Plaza S Felipe,  tres en Independencia y casi otros tres en Ranillas vinculados a Expo. Tiempos de trabajo desbordante, apasionado, de esfuerzos desmedidos, de algún susto con la salud y algunas de las alegrías más grandes de mi vida.
Vivo en una ciudad que adoro. Pero esta ciudad hermosa, apacible y acogedora tiene también aspectos mejorables. Algo que no soporto es la suciedad, los ruidos, el vandalismo, los malos olores y la falta de autoestima. Envidio sanamente ciudades llenas de flores, cuidados jardines, árboles grandes, huertos, áreas de juego y deporte, intervenciones artísticas y equipamientos en espacios públicos cuidados y limpios.
Considerar lo público como ajeno, robar y destrozar las plantas ornamentales, agredir sin consideración las intervenciones artísticas, pintarrajear los muros de monumentos, romper el silencio de la noche con berridos alcohólicos o con acelerones con más cilindrada que talento, sembrar de cacas de perro las aceras, los olores de las industrias papeleras, la autocomplacencia en el destino fatal de algunos de nuestros proyectos, la permanente comparación de reojo con los vecinos o el repaso permanente de la lista de agravios sin emprender realmente acciones para superarlos… son comportamientos a corregir. Todo esto me estimula y me lleva a trabajar cada día por Zaragoza. Podemos hacer una ciudad aún más guapa.
Que Zaragoza sea más guapa no es un objetivo secundario al margen de objetivos sociales. Todo lo contrario, la hermosura de la ciudad es el reflejo de su calidad ambiental, del buen gobierno de sus administraciones y del comportamiento cívico de sus habitantes.

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